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Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina (página 2)




Enviado por Agust�n Garrido



Partes: 1, 2

Alberdi continúa criticando la Constitución de 1826, señalando las
distintas omisiones que la misma realiza, omisiones que re
relacionan claramente con las necesidades económicas. Para
él, dos causas eran las que provocaban esto: la falta de
originalidad y el estado de
las cosas de entonces.  Coincido con esto último, ya
que las constituciones propias de cada país deben basarse
en su propia historia, en sus propios
hombres, hechos y cosas. Una imitación no serviría
de nada ya que los países son todos distintos. Por otro
lado, también critica el aporte que hace el clero a la
constitución, ya que el mismo no puede tener aspiraciones
económicas. Puede observarse en este caso la independencia
de la religión que tiene el autor; esta
característica es innovadora para su época, y a mi
parecer importante: creo que la política no debe
mezclarse con la religión; menos podrá hacerlo la
economía.  Principalmente, Alberdi
señala todo esto para evitar la realización de una
Constitución como las anteriores. La Constitución
que Alberdi propone es una Constitución puramente
económica.

A continuación hace referencia a la Constitución
de Chile, la cual considera superior en redacción a todas las de Sudamérica,
pero también incompetente y atrasada en cuanto a los
medios
económicos de progreso y a las grandes necesidades
materiales de
la América
Española. En este sentido Chile hace todo lo que Alberdi
cree mejor no hacer: excluye todo culto que no es el
católico, no contrae empréstitos, etc. De igual
forma critica la constitución del Perú, adjudicando
el atraso de dicho país a la falta de inmigrantes (por las
exclusiones que hace a los mismos la Constitución). A la
Constitución de Colombia
también le critica la exclusión de todo culto que
no sea el católico. La situación de guerras y
atraso de México se
debe, según el autor, a su resistencia al
extranjero. Critica de la misma la exclusión de otro culto
que no sea el romano, y también su  mayor
preocupación por su independencia y temores al extranjero
que por su engrandecimiento interior. Este sistema,
según Alberdi, condujo a México a perder Texas y
California y quizás lo lleve a desaparecer como nación.
A la Constitución del Estado
Oriental del Uruguay le
critica la carencia de garantías de progreso material e
intelectual; a pesar de que la considera la que más se
aproxima al sistema conveniente. Por el contrario, la
Constitución del Paraguay para
Alberdi es la que más dista de ser la conveniente ya que
la considera la Constitución de una dictadura.
Paraguay sancionó la aprobación de una
Constitución democrática que entró en vigor
en junio de 1992.

En conclusión, Alberdi presenta todos los errores que
él considera presentes en las distintas constituciones de
Sudamérica con el fin de no imitarlos y no tenerlos como
ejemplo. Sin embargo, a simple vista es notorio que los errores
que él señala son siempre los mismos: la falta de
libertad
religiosa, de libertad comercial; Alberdi quiere la apertura del
país al exterior y estas constituciones no hacen
más que cerrarlo por completo. En la Constitución
que Alberdi propone, los principios son
principalmente: la inmigración libre, la libertad de comercio, los
caminos de hierro y la
industria sin
trabas. Es claro que Alberdi tiene un interés
puramente económico cuando señala "Nuestros
contratos o
pactos constitucionales en la América del Sur deben ser
especie de contratos
mercantiles de sociedades
colectivas…." y además, insiste con que lo necesario es
poblar el desierto, formar caminos de hierro que supriman las
distancias que hacen imposible la unidad indivisible. En este
último punto acuerdo, más allá de que creo
que el sistema de ferrocarriles aplicado no fue el adecuado. El
mismo contribuyó a acentuar las desigualdades
provinciales, ya que el sistema radial coloca a Buenos Aires en
el centro y todo lo demás se comunica solo con ella. Por
este motivo existe tanta desproporción en Argentina. Por
ejemplo, en Estados Unidos el
trazado de los ferrocarriles es en cuadrícula. Este
trazado permite que todas las zonas estén
intercomunicadas, por lo que no hay tanta diferencia entre unas y
otras.

En apoyo del sistema que propone, Alberdi cita la
Constitución de California, la cual considera simple,
práctica y positiva. Esta Constitución estimula la
inmigración y el asentamiento de extranjeros en el
país; como así también el fomento de los
progresos intelectuales,
científicos, morales y agrícolas. No considero muy
errado el pensamiento
del autor; de todas las Constituciones que cita ésta es la
más liberal y la más adecuada. Sin embargo, Alberdi
solo menciona un aspecto de los tantos que abarca la
Constitución, solo hace referencia a lo que a él le
interesa que es poblar el territorio, el "desierto", con
inmigrantes europeos. Difiero en esta opinión, y
más adelante me extenderé en el tema.

Alberdi analiza la forma de gobierno adecuada
para el país. Descarta decididamente la monarquía, pero no se muestra
convencido de la
república y cualquier forma representativa. Concuerdo
en que la monarquía decididamente no es la mejor forma de
gobierno, pero no porque no funcionó durante muchos
años y no podríamos adaptarnos a ella ahora, sino
porque no se cumple la voluntad general, en una monarquía
todo recae sobre una persona, todos
los intereses y las acciones
dependen de una sola mano. Todo marcha hacia el mismo fin y no
hay oposición de ideas o accionares. En este gobierno la
voluntad particular tiene más peso y domina a todos los
demás. La soberanía no es del pueblo, sino de un
soberano.

Por este motivo coincido con el autor: decididamente la
monarquía no es la forma de gobierno adecuada, mientras
que si lo es la República y la democracia.
Alberdi hace referencia a este último concepto,
preguntándose "¿Cómo hacer pues, de nuestras
democracias en el nombre, democracias en realidad?". Y luego
responde a esa pregunta diciendo que los medios para lograr la
democracia son la educación del
pueblo mediante la acción
civilizante de Europa, por la
inmigración, por una legislación civil, comercial y
marítima, por constituciones y un sistema de gobierno
adecuado. Sin embargo en este punto difiero claramente con
Alberdi. Presentar por un lado la democracia y por el otro, como
medio para llegar a esta, la educación del pueblo
por parte de extranjeros, me parece una contradicción.
Alberdi todo el tiempo plantea
la presencia de una "elite", de inmigrantes europeos que son los
únicos capaces de llevar adelante el país. Todos
los demás para él son incapaces: entonces,
¿dónde está la democracia? Con esa
línea de pensamiento, nunca se lograría una
voluntad general, ya que la voluntad de todos aquellos que no
conforman ese grupo de
"inmigrantes salvadores" quedaría marginada.

El autor hace una diferencia entre la instrucción y la
educación, señalando que si la instrucción
es el medio de cultura de los
pueblos ya desenvueltos, la educación por medio de las
cosas es el medio de instrucción que más conviene a
pueblos que comienzan a crearse. Además, dice: " El
principal establecimiento se llamó colegio de ciencias
morales. Habría sido mejor que se titulara y fuese colegio
de ciencias exactas y de artes aplicadas a la industria." Para
Alberdi, a la moral se llega
más rápido por el camino de los hábitos
laboriosos y productivos: con caminos, con pozos artesianos, con
inmigraciones. Critica a Rivadavia por que había preferido
las ciencias morales y filosóficas a las ciencias
practicas y de aplicación, sin tener en cuenta que
estas era el medio más conveniente para el desarrollo de
los pueblos que empiezan a crearse, pensaba que estos pueblos
necesitaban más de ingenieros, geólogos y
naturalistas que de abogados y teólogos.  Mi
opinión respecto a esto es opuesta a la del autor. Es
cierto que en un colegio se deben aprender las ciencias exactas,
las artes aplicadas a la industria, sí, porque de eso se
vale nuestro futuro. Pero las ciencias morales son tan
importantes (o inclusive más) que aquellas. "La industria
es el único medio de encaminar a la juventud al
orden.", "La industria es el gran medio de moralización."A
Alberdi le importa más que un obrero sepa hacer su
trabajo que
tenga educación; no es esa mi forma de pensar. Yo creo que
todos tenemos derecho de acceder a la educación; pero no
solo a una educación económica, sino también
moral. Porque hay cosas que si no se aprenden en la escuela no se
aprenden en ningún lugar. Un ejemplo claro es el motivo
por el cual en los sectores más precarios de la sociedad
tienen muchos más hijos que en los demás sectores:
la falta de educación como educación
sexual no les permite informarse acerca de los cuidados que
deben tener. La consecuencia más próxima es la
contracción de enfermedades, la pobreza, y
mucho más. La educación no nos permite sobrevivir
solo por enseñarnos cuestiones económicas, sino
también porque nos enseña otras cosas.

El autor dice también que el clero no es quien debe
educar en las escuelas, y que el idioma inglés
debe ser más importante que el latín: que no
debiera darse diploma o título universitario al joven que
no lo hable y escriba. Alberdi perteneció a esa
generación que se formó intelectualmente durante la
etapa revolucionaria, y se educó en instituciones
laicas creadas durante el período rivadaviano; de
ahí su independencia respecto del catolicismo y su
negación al clero. Respecto al idioma inglés, estoy
de acuerdo con lo que Alberdi plantea, y hoy en día lo
creo aún más necesario que en su época. El
autor cree que saber inglés es muy importante para
así poder recibir
el ejemplo de la acción civilizadora europea; yo creo que
es muy importante porque hoy en día el mundo habla
inglés. El inglés resulta mucho más
útil que el latín, nos abre un campo mucho mayor de
posibilidades de trabajo y nos permite entrar en el mundo de
forma distinta. En nuestro tiempo, no hay país que no
tomé el inglés como segunda lengua, nos
permite comunicarnos en el exterior, e incluso nos brinda
más posibilidades de conseguir un trabajo.

Por otro lado considera a la mujer
"artífice modesto y poderoso que desde su rincón
hace las costumbres privadas y públicas, organiza la familia,
prepara el ciudadano, echa las bases del Estado" y señala
que su instrucción no debe ser brillante, que debe
limitarse a hermosear la soledad fecunda del hogar y no debe ser
una artista (ni dedicarse a la música, baile,
pintura) ni
tampoco ejercer un oficio. ¡Cuán errado está
Alberdi!. La mujer tiene tanto
derecho como el hombre de
ejercer una profesión, de estudiar arte, y de
recibir la misma instrucción que él. Por suerte, en
los últimos tiempos la mujer ha comenzado a
individualizarse e independizarse, y cada vez son más las
mujeres que trabajan y cumplen el mismo rol que los hombres.
Decir que la instrucción de la mujer no debe ser brillante
es completamente erróneo y estoy en total desacuerdo con
ello.

"Todo en la civilización de nuestro suelo es
europeo.." señala el autor, y hace referencia a todo lo
que los Europeos trasladaron a América: el idioma, la
cultura, las costumbres. Y divide a la población de América en dos: por un
lado los indígenas, a los que llama salvajes, que "no
figuran ni componen mundo" en su sociedad política y
civil; y por otro lado los europeos, (como se llama a sí
mismo) que son aquellos que nacieron en América pero
fueron civilizados por los europeos. Una vez más Alberdi
desprecia a los indígenas, los considera incapaces, fuera
del mundo. Y una vez más se contradice con su principio de
"hay que hacer democracia" sacando a la luz sus
tendencias elitistas; "Nosotros, europeos de raza y de
civilización, somos los dueños de América".
Y vuelve a excluir a la población indígena cuando
dice: "Europa, pues, nos ha traído la patria, si agregamos
que nos trajo hasta la población que constituye el
personal y
cuerpo de la patria". Los indígenas, los esclavos
africanos, los inmigrantes europeos iletrados, también los
campesinos eran para él bárbaros. La
civilización estaba en todo lo que fuera europeo. Y en los
autoproclamados descendientes de los  padres fundadores de
la patria: la oligarquía terrateniente.

Alberdi, como ya se dijo anteriormente, ve la
inmigración como el medio de progreso y de cultura para
América del sur; para él al lado del industrial
europeo se forma el industrial americano; hay que adaptar las
ideas europeas para resolver los problemas
específicamente americanos. Para lograr esto, según
él, hay que: firmar tratados con el
extranjero, indefinidos o prolongadísimos, dándole
las mayores garantías posibles, sin temer encadenarse al
"orden y a la cultura" ; atraer inmigrantes,
persuadiéndolos de que se encuentran en su patria;
establecer la libertad de cultos (tolerancia
religiosa); permitir la libre navegación interior y la
libertad comercial; la aparición de ferrocarriles, para
así tener el interior tan lleno de inmigrantes como el
litoral; concederle privilegios a empresas
extranjeras y establecer la libre navegación interior,
creando puertos y suprimiendo las aduanas. En
conclusión, Alberdi propone abrir por completo al
país al exterior: hacer de él un objeto de los
europeos: venderles la subordinación eterna, mejor dicho,
regalándosela. En cuanto a los ferrocarriles, según
el autor lograrán la unidad de la República
Argentina, por lo que son muy necesarios; y para lograrlos, se
deben negociar empréstitos en el extranjero. Como bien
mencioné anteriormente, el sistema radial instalado en la
Argentina no hizo más que acentuar las desigualdades entre
las provincias; y si bien se logró la
comunicación y disminuir las distancias, muchas zonas
quedaron incomunicadas y excluidas por completo de todo comercio
posible, sumidas eternamente en la pobreza. Por otro
lado, esos empréstitos que menciona Alberdi son la
principal causa de la enorme deuda externa
contraída en ese entonces. Fueron muchas las deudas
contraídas; por ejemplo, la deuda contraída entre
1822 y 1826; la deuda contraída con la firma inglesa
Baring Brothers, cuyos intereses costaron al país una suma
ocho veces mayor al monto recibido, y se terminó de pagar
en 1904. Alberdi conoció esta situación, y sin
embargo insiste en repetirla.  Respecto a la libertad
religiosa, el autor cree que el catolicismo debe ser consagrado
como religión de estado pero sin excluir el ejercicio
público de los otros cultos cristianos, ya que la libertad
religiosa es el medio de poblar el país y la
religión católica el medio de educar esas
poblaciones.

La ley, para
Alberdi, no es la voluntad general como lo es para Rousseau. Para
Alberdi la ley es la regla de existencia de los seres colectivos
que se llaman Estados; y su autor es el de esa existencia misma
regida por la ley. Para él Dios es legislador supremo de
todas las naciones. Por lo tanto, para él no todos los
ciudadanos tienen derecho a la formación de la ley; ya que
la misma está dada por Dios, de ahí que existan
desigualdades y privilegios.

Por otro lado, el autor analiza cuál es la base de
gobierno adecuada: si la unitaria o la federal. Para ello
también analiza los antecedentes unitarios y federales de
la historia
Argentina, concluyendo en que ningún Congreso
Constituyente podrá hacerlos desaparecer de un momento
para el otro, sino que deberá tomarlos como base; por lo
que propone un sistema mixto, que mezcle ambas tendencias. La
generación del 37, dentro de la cual él se
encontraba, no tomó partido ni por unitarios ni por
federales: de los primeros rechazó los medios con los
cuales quisieron imponer sus ideas y su imitación ciega de
las costumbres europeas; de los federales, la continuación
de las formas coloniales de vida, el localismo, y su
oposición a organizar constitucionalmente el país.
También consideró que nuestro federalismo
debía ser distinto del norteamericano ya que debía
admitir un mayor grado de centralización porque en definitiva nuestro
Estado Federal había surgido como desmembración de
un Estado unitario como lo era el Virreinato, a diferencia de
Estados Unidos donde el Estado Federal tuvo como origen una
primitiva confederación de estados.

Este término medio entre unitarismo y federalismo,
según Alberdi, traería consigo la paz y
sería muy similar a la unidad que conformó la
Revolución
de Mayo. Sin embargo, luego de esta revolución
no se logró una unidad sino fue siempre Buenos Aires el
centro, y muchas veces no se respetaron las opiniones de las
provincias, lo que provocó los distintos levantamientos y
las distintas guerras y batallas civiles entre el litoral y el
interior. Lo que él propone, entonces, es un federalismo
unitario que se lograría a través de la
división del cuerpo legislativo general en dos
cámaras: una destinada a representar las provincias en su
soberanía local (electa por las legislaturas provinciales)
y otra (electa por el pueblo) que represente al mismo sin
considerar localidades. En la primera cámara el numero de
representantes será el mismo, mientras que en la segunda
será proporcional al censo; siendo desiguales.
Actualmente, todo mayor de 18 años tiene derecho a votar
los representantes, por lo que las cosas no siguieron tal cual
Alberdi las plantea. Sin embargo, el Congreso Nacional lo
conforman la Cámara de Diputados (integrada por 256
miembros), y el Senado (integrado por 71 miembros: 3 por cada
provincia y 3 por el Distrito Federal desde la reforma
constitucional de 1994), por lo que el sistema planteado por
Alberdi se llevó a cabo. Igual carácter mixto propone en el poder
ejecutivo y en el judicial.

Respecto al sistema electoral, propone el sistema de
elección doble o triple "que es el mejor medio de
purificar el sufragio
universal sin reducirlo ni suprimirlo, y preparar las masas para
el ejercicio seguro del
sufragio directo." A partir de 1912 el voto fue universal,
secreto y obligatorio. Hasta ese momento, solo una elite
restringida  pudo participar de las elecciones. De las
elecciones, además, señala que ninguna debe ser
más ardua que la de presidente, la cual debe repetirse
cada seis años. Cierto es que las elecciones
presidenciales son las más importantes y siempre las
más conflictivas; mas desde la reforma de 1994 cambiaron
algunas cosas, entre ellas la más importante es la
reducción del mandato presidencial de seis a cuatro
años, con posibilidad de una reelección.

Alberdi señala que el derecho
constitucional moderno debe separarse del derecho indiano y
colonial y el derecho de la primera parte de la
revolución. La herencia colonial
para él es otro factor de atraso para el desarrollo del
país, y esta herencia condujo a la tiranía Rosista,
a la cual se opone.

Para él, el fin de la Constitución es
principalmente un fin económico: poblar el país.
Para ello, debe establecer una serie de garantías de
ejecución. Debe asegurar la libre navegación, el
libre
comercio, la presencia de una aduana; luego de
los fines económicos, entonces ahí entra la
independencia y los medios de defenderla de los ataques europeos.
Sin embargo, he aquí una contradicción.
Quizás esa misma independencia se está violando con
todas las garantías que se les da a los piases
europeos.

Para Alberdi, la República Argentina será un
Estado federativo, una república nacional, compuesta de
varias provincias a la vez independientes y subordinadas al
Gobierno Central creado por ellas. Un Gobierno federal central, o
general. Según el autor, el principal problema que sigue a
la falta de población es la gran extensión del
territorio y su falta de comunicación. Por eso propone el
ferrocarril, el telégrafo. Hoy en día, estos
problemas casi no existen porque la comunicación ha
avanzando muchísimo y los progresos tecnológicos
permiten que diversas partes del país, incluso del mundo
puedan comunicarse entre sí. Pero en la época de
Alberdi esto no existía. Y, aunque es difícil
imaginarlo (nuestro mundo hoy está tan inundado de
tecnología
como de personas), las distancias que hoy parecen largas eran
mucho más largas, y las regiones periféricas mucho
más periféricas.

Alberdi dice que en política no hay existencia
nacional, ni estado, ni nación,
si no hay consolidación, unión de ciertos
intereses, medios y propósitos. Para poder llevar a cabo
las infraestructuras, el progreso, es necesario la unión:
porque esas obras exigen millones y una provincia por su parte no
es capaz de poseerlos. Además, en materia de
negocios
exteriores, tanto políticos como comerciales, la
República Argentina debe ser un solo Estado y como tal no
debe tener más que un gobierno general o central,
compuesto de soberanía provinciales unidas y consolidadas
para ciertos objetos, sin dejar de ser independientes en ciertos
otros.

Alberdi plantea: "Dad al poder ejecutivo el poder posible,
pero dádselo por medio de una Constitución." "La
constitución es el medio más poderoso de
pacificación y orden" y señala que gracias a su
constitución Chile pudo lograr la paz. Además
critica la dictadura, diciendo de la misma que es la
anarquía constituida y convertida en institución
permanente. La dictadura siempre lleva a un retroceso e impide el
progreso; es claro que Alberdi se opone a ella.

Alberdi realizó tres ediciones de la obra: en la
tercera edición
señala que en las dos anteriores había sostenido
que Buenos Aires convenía como capital de la
Confederación Argentina. Los argumentos que daba eran que
convenía hacer capital del pais al único punto que
era accesible al contacto con la Europa; que habiendo sido
capital de todos los sistemas de
gobierno no estaba en manos del Congreso cambiarla de
situación y que era la ciudad más digna de ser
capital por ser la más populosa y culta.

Sin embargo, en la última edición que Alberdi
realiza de su libro sostiene
que Buenos Aires no debe ser la capital, y lo fundamenta diciendo
que fue proclamada la libertad de navegación fluvial; lo
que hizo que todas las provincias estuvieran en su misma
situación y pudieran todas competir por tener dicha
condición. Además, señala que no
podría ser capital debido a que tal facultad le impone el
abandono de los privilegios de la provincia-nación lo cual
no está dispuesta a hacer. Buenos Aires estaba en
oposición con el establecimiento de todo gobierno
común; por lo que otorgárselo sería
"entregárselo a su adversario para que lo disuelva de un
modo u otro..".Analizando las garantías
individuales y públicas de Buenos Aires, Alberdi
critica duramente a Rosas,
señalando que su gobierno fue una tiranía
sangrienta donde no hubo ni seguridad, ni
libertad, ni derechos. Lo que plantea el
autor respecto del gobierno de Rosas, desde una mirada objetiva
puede decirse que es cierto. El gobierno de Rosas fue un gobierno
autoritario, caracterizado por la arbitrariedad, el abuso de
poder y la violencia del
gobernador, el cual llevó a cabo un disciplinamiento de la
sociedad. Su gobierno se caracterizó por la
represión a la oposición política e
ideológica por medio de la violencia, como así
también la censura y el control de la
prensa. Sin
embargo, Buenos Aires siempre quiso, desde un primer momento con
la Independencia, hacer valer sus intereses por sobre los de las
demás provincias: no fue esto solo con Rosas. El origen
del problema fue la creación del virreinato; él
creó un orden imperial con ciudades dominantes y ciudades
subordinadas, porque la ley colonial dio a todas las provincias
por puerto exclusivo el puerto de Buenos Aires. Por eso Alberdi
defiende la libre navegación de los ríos, porque
considera que al ser todos nuestro puertos fluviales prohibirla
era consagrar el monopolio del
comercio exterior por el puerto de Buenos Aires. Mas allá
de todo esto, Buenos Aires es hoy en día capital de la
Argentina y tiene ella más habitantes que la Patagonia en
toda su extensión. Las decisiones principales son tomadas
por ella y es la ciudad más importante del país. De
todas formas, yo no considero tan errada la decisión que
se tomó al mencionarla capital: fue capital del
Virreinato, cumple la función
puerto, tiene tierras fértiles, clima templado,
está rodeada de ríos los cuales constituyen un
recurso muy importante; y además es próspera y
dentro de los límites
del país, desarrollada. Quizás el problema
principal es que Buenos Aires siempre fue el "niño
caprichoso" que quiso quedarse con todo. De hecho, al finalizar
la primera parte del libro el autor hace referencia a la
Constitución que se dio en Buenos Aires en 1854,
criticándola. "Esa Constitución (dice) va dirigida
a suplantar la nación por la provincia."
¿Qué motivos tiene Buenos Aires para no admitir la
Constitución actual de la Confederación Argentina?,
se pregunta. Los mismos motivos por los que se opuso a organizar
constitucionalmente al país, los mismos por los cuales
tuvo tantos enfrentamientos con el interior: porque siempre quiso
ser el centro y nunca perder tal condición.

Alberdi cree que el país puede constitucionalizarse y
no hay motivos por los cuáles no pueda hacerlo. Retorna a
los ideales de la Revolución de Mayo; tiene un objetivo
ideológico: la idea de que los errores de las generaciones
previas podrían ser borrados, y una nueva Argentina
podría surgir de las ruinas del gobierno de Rosas,
así como Mayo había sacudido el yugo colonial. Hace
referencia a la emigración: él mismo migro hacia
Chile, desde donde escribe: cree que es buena porque los
países que reciben permiten brindar un ejemplo. Habla
desde la posición de exiliado. Nuestro país
sufrió muchos saldos migratorios negativos; especialmente
durante la dictadura, la llamada "fuga de cerebros". No son
muchas las personas que se van para luego regresar: es por eso
que no es algo favorable para el país la
emigración. Más allá de eso, muchas veces
las personas se van de aquí sin otra opción;
persecuciones, la falta de trabajo, la pobreza, la
búsqueda de una mejor opción los obliga a abandonar
su país contra su voluntad.

Alberdi establece dos tipos de Constitución: aquella
que emana de la decisión de un hombre de
espada, es decir, la otorgada por los conquistadores, dictadores,
o reyes absolutos; y aquella que emana del sufragio libre de los
pueblos. Esta última es la más difícil y la
que corresponde a la República Argentina. Es la de
más difícil éxito
porque las opiniones e intereses de las distintas personas nunca
es el mismo; pero una democracia se rige por la voluntad de las
mayorías y las minorías deben aceptarlo.

También Alberdi menciona que todas las provincias
tienen derecho a revisar y ratificar la Constitución antes
de sancionarse, lo cual es correcto y lo más justo. Las
Constituciones de 1819 y 1826 sucumbieron porque contrariaban los
intereses locales de gobernantes, de influencias personales;
porque se había organizado todo antes de constituir.
Además señala que hay que tratar de evitar sus
reformas, las cuales son necesarias a veces, pero terribles
siempre. "La verdadera sanción de las leyes reside en
su duración." Nuestra Constitución, creada en 1853,
sufrió varias reformas, siendo la última en 1994,
donde se incluyó la participación de ciudadanos en
partidos
políticos, la consulta popular y la reelección
presidencial.

También el autor hace referencia a la simplicidad: los
discursos
largos, llenos de exageración y compostura, nadie los lee,
nadie los cree. El mejor orador de la República, dice, no
es el que más agrada a la Academia sino el que mejor se
hace comprender de sus oyentes. Esto es cierto ya que los
líderes o políticos que llegan más lejos
siempre suelen ser aquellos que tienen poder de convicción
y saben manejar a las masas populares, saben dirigirse a ellas de
la manera más clara posible: de nada sirve un discurso largo
e ininteligible. Desde la época de Sócrates
existieron los sofistas, maestros pagos (mentirosos), que
enseñaban a los políticos a convencer a la gente
con razonamientos falaces: de ahí surgió la
retórica; de ahí las promesas de las que hoy en
día todos somos víctimas. ¿Acaso los
políticos cumplen todo lo que prometen, lo que
dicen? 

Alberdi, como se dijo anteriormente, discrimina y desvaloriza
en cierto punto a los gauchos y a los
indígenas. En una parte de su obra, dice: "Paradojal y
utopía es el propósito de realizar las concepciones
de Siéyes y las doctrinas puritanas de Massachussets con
nuestros peones y gauchos que apenas aventajan a los
indígenas." Y continúa: "Necesitamos cambiar
nuestras gentes incapaces de libertad por otras gentes
hábiles para ella…" Y aún más: "Con tres
millones de indígenas, cristianos y católicos no
realizareis la República ciertamente. No la realizareis
tampoco con cuatro millones de españoles peninsulares
(…) es necesario fomentar en nuestro suelo la población
anglosajona." Esta actitud
permite considerar al autor elitista y prejuicioso, para
él la solución son los europeos identificados con
el vapor, el comercio, la libertad; una raza de progreso y
civilización. ¿Pero solo los anglosajones
podían revertir la situación? Entonces si hoy en
día Argentina se halla en una crisis,
¿es necesario que lleguen europeos a revertir las cosas?.
Estaban más adelantados, pero también lo
están hoy en día, y también lo estuvieron
siempre. La inmigración indiscriminada que propone Alberdi
es una colonización gratis para los europeos. Para Alberdi
"gobernar es poblar". Considera la población como
instrumento de riqueza y elemento de prosperidad. Para él
la parte principal del arte de poblar es el arte de distribuir la
población, es instruir, educar, moralizar, mejorar la
raza; es enriquecer, civilizar, fortalecer y afirmar la libertad
del país, dándole la inteligencia y
la costumbre de su propio gobierno y los medios de ejercerlo. Sin
embargo, para Alberdi, poblar es enriquecer cuando se puebla con
gente inteligente en la industria y habituada al trabajo que
produce y enriquece. Poblar es civilizar cuando se puebla con
gente civilizada, es decir, con pobladores de la Europa
civilizada; es decir, fomentar la "inmigración
europea".  Quien llamara a Alberdi "racista" no se
encontraría muy equivocado.

Como se ha dicho antes, Alberdi reitera que no basta con que
la Constitución contenga todas las libertades y
garantías conocidas: debe contener también
declaraciones formales de que no se dará ley que las anule
y falsee con disposiciones reglamentarias. Además,
nuevamente señala que la misma debe ser comercial,
industrial y económica en lugar de militar y guerrera. Un
año de quietud en América del Sur, dice, representa
más bienes que
diez años de la más gloriosa guerra. Es
consciente que la guerra no podría ser abolida, pero se
pregunta que se podría hacer para evitarla, entre los
medios más efectivos para lograr ese fin, menciona la
moral  cristiana,  el comercio que crea intereses
comunes entre las naciones, la participación del pueblo en
el gobierno: el país necesita trabajadores, hombres de
paz, en lugar de héroes.

Alberdi hace mucho hincapié en que la política
del país deberá ser mucho más atenta al
régimen exterior que al interno: no debe huir de los
tratados, por el contrario, debe fomentar su realización.
Señala que con las Repúblicas Americanas no
convienen ligas políticas
pero sí tratados dirigidos a generalizar muchos intereses
y ventajas. "A la buena causa Argentina convendrá siempre
una política amigable con el Brasil."
Pareciera que en 1991 se escuchó la opinión de
Alberdi, porque se firmó el tratado del MERCOSUR
(Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), cuyo objetivo principal
es lograr la progresiva eliminación de barreras
arancelarias entre los estados miembros, con el fin de constituir
un mercado
único. En la actualidad los países del MERCOSUR
gozan de libertad aduanera y comercial, y tienen un arancel
externo común.

Conclusión

En primer lugar, cabe destacar que la Constitución
sancionada en 1853 toma muchas de las ideas de Alberdi como base
para su realización. Resulta entonces claro que nuestra
Constitución de hoy en día es una
Constitución liberal.

Las ideas que el autor desarrolla a lo largo de toda su obra
son básicamente ideas económicas que se basan en
poblar el territorio; en realizar tratados y acuerdos
económicos, en abrir al país al comercio externo y
a los "héroes europeos" que son los únicos que
pueden salvarlo de la situación en la que se
encuentra.

La "Campaña al desierto" llevada a cabo por Roca,
solucionó en parte el problema de los "indios incapaces"
planteado por Alberdi, terminando con ellos, avanzando y
conquistando el Chaco, el Oeste y la Patagonia. También
durante estas presidencias se crearon ferrocarriles y obras de
infraestructura. En 1880 Avellaneda impulsó la "Ley de
Inmigración" con el fin tan deseado por Alberdi: poblar el
territorio. Sin embargo, las cosas no sucedieron como el autor de
Las Bases esperaba. Al contrario. Los ilustres e
inteligentes anglosajones que esperaba Alberdi prefirieron migrar
a América del Norte; nuestro país, por otro lado,
fue partícipe de la gran oleada inmigratoria de
españoles e italianos que huyeron de sus respectivos
países  principalmente por la guerra y vinieron en
busca de trabajo y mejores condiciones de vida. En menos de tres
décadas, llegaron más de dos millones de
españoles y cuatro millones de italianos. Hoy en
día, la mayor parte de nosotros somos descendientes de
ellos. Estos inmigrantes no pudieron darnos nada de todo lo que
Alberdi esperaba. No fueron los salvadores de la patria; pero no
porque fuera su culpa, claro está. Ellos vinieron en busca
de una mejor situación, trajeron consigo el
espíritu del campo y de la guerra, trajeron consigo la
esperanza. Y algo nos dieron: nos dieron ese espíritu, la
formación de sindicatos, la
lucha, las costumbres. Y esto no es poco. No será la
civilización que Alberdi esperaba, pero es algo.

Nuestro país siguió siendo siempre foco de
atracción para las personas que huyeron de su
situación de pobreza: así fuimos victimas de
oleadas de gente de países limítrofes, que
siguieron ganando poco aquí pero al menos un poco
más que en sus propios países.

Y esto es porque dentro de los países de
Sudamérica, Argentina es uno de los que se encuentra en
mejor condición.

Para Alberdi la clave está en impulsar una
inmigración selectiva, atraer ingleses, de una cultura
superior, cuyos hábitos laboriosos, su indiferencia
política, su gran capacidad y experiencia llevarán
a la población Argentina a convertirse en una
réplica de las naciones avanzadas, aunque en escala menor.
"Que lo hagan de forma pacífica" razona Alberdi. Desde lo
que sabemos hoy, sin embargo, la vía pacífica no
significó para el Reino Unido, en el caso de la Argentina,
emigración masiva ni instalación de industrias; su
negocio consistió en desmantelar las ya existentes en el
país, extraer materias primas, adueñarse del
comercio, provocar deudas enormes, y tantas cosas más.

Por otro lado, también cabe destacar la forma en que
Alberdi trata a los indígenas y a los gauchos. Se puede
pensar que es racista, que discrimina, que los trata de incapaces
e inútiles. De hecho, nadie puede negar que lo hace. Sin
embargo, y lamentablemente, hoy en día la sociedad misma
piensa igual que Alberdi: ¿o acaso nosotros tenemos
apellidos indígenas, o acaso nuestra sociedad le abre las
puertas a los mapuches de la Patagonia, o a los quechuas, o a las
distintas pequeñas comunidades que aún,
milagrosamente, sobreviven? Las condiciones de vida de estos
grupos son
precarias, son grupos rechazados y aislados.  Hoy en
día vivimos en un país que se rige por ese
pensamiento, para nosotros Europa y Estados Unidos son
sinónimos de progreso y de fortuna; mientras que Argentina
es sinónimo de crisis y atraso.

Mas allá de todo esto que plantea Alberdi, no puedo
dejar de reconocer el gran trabajo que él realizó:
realizar una Constitución no es una tarea fácil, y
además, como se verá en la segunda parte, la
constitución propuesta por él es tomada en gran
parte por la luego sancionada en 1853 y reformada en 1994.
Además de proponer una Constitución clara y bien
organizada, propone la
organización nacional, que por tanto tiempo se fue
retrasando y por fin pudo realizarse.

Parte
2

Relación y análisis entre la Constitución
planteada por Alberdi y la actual.

La Constitución actual está claramente
influenciada por las ideas propuestas por Alberdi. Esto es
notorio desde un primer momento con su preámbulo: ambos
presentan los mismos fines, con la excepción de que en el
preámbulo de Alberdi se presentan todos los objetivos de
forma explicita ("…por el aumento y mejora de su
población, por la construcción de grandes vías de
trasporte, por la navegación libre de los ríos…"
entre otros) y en el de la constitución actual solo se
presentan de forma implícita algunos de ellos ("…
afianzar la justicia,
proveer la defensa común, promover el bienestar general
(…) para nosotros (…) y para todos los hombres del mundo que
quieran habitar el suelo argentino…"). Por lo tanto, desde un
principio se puede ya asegurar que nuestro país tiene
actualmente una constitución liberal basada en las ideas
de un hombre que principalmente quiso promover la
inmigración y el comercio.

Ambas constituciones mantienen una estructura
similar a lo largo de su desarrollo y constan de las mismas
partes, a pesar de algunas diferencias mínimas. Sin
embargo, la constitución actual agrega una serie amplia de
artículos, los cuales abarcan también derechos humanos;
que Alberdi parece haber olvidado.

En primer lugar, ambas constituciones declaran la misma forma
de gobierno: republicano, representativo y federal. A su vez,
ambas sostienen el culto católico apostólico
romano, el derecho de cada provincia a mantener su
soberanía y a realizar su propia constitución, la
libre navegación, el libre comercio y la libre
circulación (no habrá mas aduanas que las
nacionales). Es decir, los objetivos de Alberdi se cumplen tal
como los había planteado.

También aparecen en ambas los derechos propios de los
habitantes, tales como la libertad, la igualdad y la
propiedad. La
constitución moderna toma la idea de Alberdi de la
inviolabilidad de la propiedad privada y la expropiación
por causa publica. Sin embargo, la actual también
amplía los derechos del hombre, enumerando una serie de
condiciones de las cuales se debe valer el trabajador,
permitiendo también la organización sindical libre y
democrática y otorgándole una serie de
garantías a los gremios. Por otro lado, en la
constitución actual queda abolida por completo la esclavitud y todo
contrato de
compra y venta de personas
constituye un crimen. Además, a pesar de que, como en la
de Alberdi, queda abolida toda especie de tormento y azotes; en
la actual también queda abolida la pena de
muerte. Esto marca la
principal diferencia entre ambas constituciones, siendo la
última más humana que la otra.  Cabe destacar
también que la Constitución actual señala:
"Ningún habitante de la Nación será obligado
a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no
prohíbe." Esto puede relacionarse estrechamente con el
ideal de Rousseau: "la ley es hacer todo lo que no daña al
otro."

Alberdi en su Constitución dedica un capítulo al
derecho
público referido a los extranjeros y aclara que es
esencial esta división ya que el fin de la
constitución es puramente económico, es poblar el
territorio con extranjeros. Sin embargo la constitución
actual no hace tanto hincapié en los derechos de ellos. A
pesar de que los considera ciudadanos luego de residir dos
años continuos en la Nación, no señala como
Alberdi que pueden obtener la naturalización sin requisito
si "se establecen en lugares habitados por indígenas, o en
tierras despobladas; emprenden y realicen grandes trabajos de
utilidad
pública; introducen grandes fortunas al país" etc.,
por el contrario, la obtienen sin requisito aquellos que alegan y
prueban servicios a la
republica. Ambas constituciones, además, hacen referencia
a la realización de tratados con el exterior.

El artículo 25 de la actual Constitución es
quizás el que mejor refleja las ideas de Alberdi
consagradas en su frase "gobernar es poblar", al fomentar la
inmigración europea.

En la constitución actual (artículo 30) y en la
de Alberdi (artículos 37 y 39) se comete el mismo error:
por un lado, dicen que la Constitución puede reformarse en
cualquiera de sus partes, lo cual no es cierto ya que hay ciertas
cláusulas pétreas que no pueden modificarse ya que
a partir de ello debería replantearse el Estado (ejemplo
de ella es el artículo 1 de nuestra constitución).
Por otro lado, señalan que la necesidad de la reforma debe
ser declarada por el Congreso con el voto de las dos terceras
partes (la Constitución de Alberdi agrega que debe existir
un espacio de diez años). No aclaran si dos tercios del
total o de los presentes, lo cual es muy diferente en ambos
casos. Además, en ningún momento en la
Constitución se plantea cómo debe realizarse la
reforma.

Los artículos 36 a 43, Nuevos Derechos y
Garantías, son nuevos como bien lo dice su título,
por lo cual no deberían estar influenciados por las ideas
de Alberdi, ya que, si bien ellas fueron el punto de partida de
nuestra Constitución, ésta inevitablemente con los
años se fue modificando para acomodarse a los tiempos
actuales, a la diversidad de ideas y a situaciones imprevisibles
en 1853. Entre ellos, cabe destacar la declaración del
sufragio universal, igual, secreto y obligatorio (este sistema es
distinto del que plantea Alberdi, el cual se desarrollará
más adelante) y  la igualdad entre hombres y mujeres
para el acceso a cargos electivos y partidarios (Alberdi no hace
referencia a esto, pero como se ha visto en la parte anterior del
trabajo, él cree que la mujer no debe recibir
instrucción y debe limitarse a cuidar de su familia y su
hogar, por lo que podría pensarse que él
estaría en contra de dicha declaración).
También se hace referencia a los partidos
políticos,  al derecho de los ciudadanos de presentar
un proyecto de ley,
y a la preservación del medio ambiente.

La segunda parte de la Constitución Argentina habla de
los tres
poderes del estado, desde como están constituidos
hasta las atribuciones de cada uno, y también habla de los
gobiernos de las provincias. En primer lugar, ambas
constituciones coinciden en la existencia de dos Cámaras:
la de Diputados y la de Senadores. Respecto a la Cámara de
Senadores no se presentan diferencias a grandes rasgos,
exceptuando la elección y el número de senadores
por provincia. Mientras que Alberdi  señala que el
Senado se compone de catorce senadores elegidos por la legislatura de
cada provincia, (cada una elige dos senadores, uno efectivo y
otro suplente); la constitución actual establece que esta
Cámara se compondrá de tres senadores por cada
provincia y tres por la ciudad de Buenos Aires, elegidos en forma
directa y conjunta, correspondiendo dos bancas al partido
político que obtenga el mayor número de votos y la
restante al partido político que le siga en número
de votos. Como puede observarse, en la constitución actual
ya se diferencia a la Ciudad de Buenos Aires de las provincias
restantes. Respecto a la Cámara de Diputados, se observan
también algunas diferencias: la Constitución actual
establece que después de la realización de cada
censo, el Congreso fijará la representación con
arreglo al mismo; sin embargo esto la Constitución de
Alberdi no lo plantea ya que el primer censo es posterior a su
realización. Por otro lado, la actual otorga un
período de cuatro años con la oportunidad de la
reelección, mientras que la de Alberdi no aclara nada
respecto a este tema. 

Algo que llamó mi atención en la Constitución de
Alberdi fue el artículo que establece que el Congreso se
reúne desde el 1° de Agosto hasta el 31 de Diciembre,
justificando esto diciendo que éstos son los meses de
más hermoso tiempo y no son lluviosos ni embarazosos. El
clima, en mi opinión, no debería afectar en dicha
disposición; me parece ingenuo y bastante incoherente.
Afortunadamente, nuestra Constitución actual cambió
esta disposición ampliando los meses desde el primero de
marzo hasta el treinta de noviembre; sin importarle el clima, las
lluvias o el sol.

Respecto a las atribuciones del Congreso, si bien las que
plantea Alberdi se mantienen casi en su totalidad; la
Constitución actual agrega unas cuantas más,
referidas ellas mayoritariamente a los derechos humanos. En
primer lugar, establece la formación de los Códigos
Civil, Comercial, Penal, de Minería y
del Trabajo y Seguridad
Social; también promueve políticas
diferenciadas que tiendan a equilibrar el desigual desarrollo
relativo de provincias y regiones, y la sanción leyes
relacionadas con la educación (entre ellas cabe destacar
las que "garanticen los principios de gratuidad y equidad de la
educación pública estatal y la autonomía y
autarquía de las universidades nacionales") y leyes que
protejan la identidad y
pluralidad cultural y protejan las artes.

En este capítulo referido a las atribuciones del
Congreso, me parecen dignos de destacar el artículo 75
inciso 17 y el 75 inciso 22. El primero señala: "reconocer
la preexistencia étnica y cultural de los pueblos
indígenas argentinos". La realización de este
artículo, ausente en la Constitución de Alberdi (es
predecible que no podría encontrarse en ella ya que
Alberdi no reconoce a los indígenas como argentinos) me
parece un paso muy importante en nuestra constitución. Se
les garantiza el respeto a su
identidad, se les otorga derechos, se los reconoce realmente como
ciudadanos, como miembros de la República Argentina. Sin
embargo, me pregunto por qué este reconocimiento no se
encuentra en la primera parte de la Constitución, es
decir, en  las Declaraciones, Derechos y Garantías y
en cambio se
encuentra en la esfera legislativa, entre las atribuciones del
Congreso. Además reconoce la preexistencia étnica y
cultural de los pueblos indígenas mas no los considera
parte de la Nación Argentina, por lo que aún falta
un gran paso que dar. De todas formar, a pesar de los derechos
que se les reconocen, los grupos indígenas aun se
encuentran excluidos y apartados de la sociedad y aun luchan por
una mayor participación en las decisiones y por unas
mejores condiciones de vida.

El artículo 75 inciso 22 me parece digno de destacar
porque demuestra claramente que en la constitución actual
tienen lugar los derechos humanos y no quedan relegados a un
segundo plano. Los tratados
internacionales, según este, se encuentran al mismo
nivel que la Constitución, ubicándose en el
vértice de una pirámide jerárquica. Estos
tratados tienen todos una característica común, que
es establecer un cuerpo normativo de derechos humanos. A partir
de la Segunda Guerra
Mundial, del genocidio en Alemania, de
las constantes guerras de poder, se empieza a concebir un mundo
distinto y, ciertamente, estos tratados tratan de aportar sus
herramientas
para construirlo.

Yendo más allá de los derechos humanos, como se
dijo anteriormente en este capítulo no se pueden destacar
mayores diferencias. En la actual, (y no en la de Alberdi) se le
otorga al Congreso el deber de arreglar definitivamente los
límites del territorio de la Nación y de las
provincias. En cuanto a la formación y sanción de
las leyes no se observan cambios a gran escala, quizás
diferencias mínimas, pero puede decirse que nuestra
constitución se basó en gran medida en el proceso
planteado por Alberdi.

La constitución que tenemos hoy en día agrega en
esta sección primera un capitulo del "Defensor del
pueblo". Este es un órgano independiente cuya misión es
la defensa y protección de los derechos humanos y
demás derechos, garantías e intereses tutelados en
la Constitución y las leyes; y el control del ejercicio de
las funciones
administrativas públicas. La creación de este
órgano permite una mayor participación de los
ciudadanos en el gobierno y el derecho de los mismos a reclamar y
hacer valer sus intereses. Esto se debe a que cualquier ciudadano
se puede dirigir al Defensor del Pueblo mediante un escrito de
queja, y los documentos
así presentados no pueden ser objeto de censura.

Respecto al poder ejecutivo, en primer lugar, cabe destacar
que en la Constitución de Alberdi no existe un
vicepresidente como tal, sino que en caso de muerte del
presidente, este será reemplazado por el presidente del
Senado, con el nombre de vicepresidente. Actualmente, el cargo de
vicepresidente es mucho más importante y no se limita
solamente a eso.  Además, se difiere en cuanto a la
cantidad de años que puede permanecer el presidente en el
gobierno: mientras que la Constitución de Alberdi
señala que puede permanecer seis años, la
Constitución actual establece que el presidente y
vicepresidente duran en sus funciones cuatro
años y tienen la posibilidad de la reelección.
Alberdi no cree que la reelección sea buena, y yo coincido
con este pensamiento. En primer lugar, porque creo que cada
presidente tiene su mandato y su período de tiempo en la
presidencia, pero una vez que este se cumple, es necesario
brindarle la posibilidad a otra persona que pueda realizar todo
lo posible para el bien del país. Además creo que
para que un presidente sea reelecto realmente tiene que realizar
una excelente presidencia, de otra forma, todos los errores
cometidos en la primera le jugarían en contra.

No solo las Constituciones difieren en el período de
mandato sino también en la forma de elección del
presidente. Mientras que Alberdi propone que el Congreso es quien
debe elegir al presidente, fundamentando dicha teoría
diciendo que COMPLETAR ACÁ, actualmente el presidente y el
vicepresidente son elegidos directamente por el pueblo, por lo
que el territorio nacional conforma un distrito único.
COMPLETAR CON OPINIÓN.

Los artículos correspondientes a la Sección
tercera de la actual constitución, referentes al Poder Judicial,
no distan mucho de los propuestos por Alberdi. Sin embargo, se
agrega un artículo referente al Consejo de Magistratura
con sus respectivas atribuciones, como así también
una sección que trata del ministerio público. 
Sin embargo, lo más destacable es el último
artículo de la Constitución: él establece
que la ciudad de Buenos Aires tendrá un régimen de
gobierno autónomo, con facultades propias de
legislación y jurisdicción, y su jefe de gobierno
será elegido directamente por el pueblo de la ciudad. Y
agrega que una ley garantizará los intereses del Estado
Nacional mientras la ciudad de Buenos Aires sea capital de la
Nación. Es decir, establece que la capital
será  Buenos Aires y le otorga las facultades de
gobierno; todo lo contrario a lo que Alberdi propone. Como se ha
visto en la  primera parte del trabajo, el autor se opone a
que Buenos Aires sea la capital, señalando, entre sus
razones, que ella no quiere abandonar los privilegios de la
provincia-nación. De hecho, hoy en día, siendo
capital, no los ha abandonado, lo que ha contribuido a provocar
la  centralización del país en el área
metropolitana de Buenos Aires, donde en menos del uno por ciento
del territorio se asienta casi el 33 por ciento de la
población.

Por último, la Constitución actual agrega
disposiciones transitorias, entre las cuales por ejemplo se
establece que la Argentina ratifica su soberanía sobre las
Islas
Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur.  Como
puede observarse, estas últimas disposiciones son fruto
del cambio de los tiempos y son la solución encontrada a
problemas que en la época de Alberdi no existían.
La constitución de Alberdi fue pensada amplia y
abarcativa, y eso es tal vez lo que le permitió servir en
gran parte como base a la Constitución moderna.

Conclusión

En primer lugar, como ya se dijo con anterioridad, es preciso
destacar la similitud entre la Constitución propuesta por
Alberdi y la actual, constituyendo esta última una base
para la primera. Si bien la actual es un poco más extensa
y agrega unos cuantos artículos más, muchos de
ellos también se mantienen idénticos a los que
realiza Alberdi, especialmente al tratarse de las funciones de
los distintos poderes, como así también de los
derechos y garantías. La principal diferencia entre ambas
constituciones recae en que la más moderna agrega una
serie de derechos humanos y le da más importancia a la
sociedad y sus deberes y derechos que Alberdi. Esto me parece de
suma importancia, ya que si la Constitución de Alberdi
fuera la que hoy en día rigiera el país, muchas
cosas quedarían sin resolver, y no tendríamos
tantos derechos por medio de los cuales hacernos valer. Por
ejemplo, a la situación del trabajador se le da mucha
más importancia en la Constitución actual que en la
de Alberdi, de hecho Alberdi apenas lo menciona. Este
último parece importarse solamente por el progreso del
país, estableciendo sus objetivos (económicos) y
todos los medios que precisa la Argentina para alcanzarlos. Su
constitución es puramente liberal. Si bien la nuestra no
es igual a ella, se basa en ésta en gran parte, por lo que
puede decirse entonces que nuestra Constitución es una
Constitución de carácter liberal
también.

Por otro lado, Alberdi hace referencia al Estado Federativo.
Una forma mixta de gobierno, en la cual cada provincia tiene su
propio gobierno y soberanía pero además existe un
poder central. Actualmente, si bien nosotros conformamos la
República Federal Argentina, en la práctica es
sabido que las tendencias unitarias aún continúan
vigentes, siendo Buenos Aires la capital del país, centro
económico, político, incluso social. Se hizo
particularmente evidente en este aspecto la dificultosa vigencia
de la Constitución, ya que en la realidad se fue
imponiendo un proyecto unitario, de centralización del
poder en el gobierno llamado federal, asentado en el puerto de
Buenos Aires, que fue avanzando sobre el pensado por la
constitución y por sobre las autonomías
provinciales. Cabe destacar también que el término
Confederación utilizado por Alberdi en nuestra
Constitución es reemplazado por la idea de Nación,
lo que demuestra también un pequeño distanciamiento
del pensamiento federal.

Más allá de todo, una vez comparadas ambas
constituciones, no puede dejar de reconocérsele a Alberdi
el gran labor que realizó, nada más y nada menos,
que el esqueleto de la Constitución que hoy en día
orienta nuestro país y nuestra vida.

 

 

 

 

Autor:

Agustín Garrido

Partes: 1, 2
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